miércoles, 26 de enero de 2011

Como TÚ...y no quiero!

Camino de vuelta a casa sin fuerzas y con desgano… me siento hecha trizas. Camine sola sobre la carretera con los zapatos casi rotos, deje entre abierta la puerta de mi habitación, me senté en el escritorio, me tome la cabeza entre las manos y esperé las lágrimas que no cayeron.
Tenía muchas horas por delante, era lo único que lograba sentir, la inmensidad del tiempo igual a este segundo, no a otro segundo de silencio, no a otras miles de horas en que la habitación de al lado ha permanecido vacía, sino sólo igual a este silencio y a este vacío.
De pronto hasta la seguridad se me acabo, saque una hoja por debajo de mi codo, un lápiz y empecé a escribir.
Papá: Una y mil veces juré no ser como tú, y tú no hiciste más que sermonear mi juramento, pero no sabías que, no sólo juraba no ser como el ogro que tú eras, sino, no ser como tú inteligente, como tú fuerte, como tú perfecta, como esa infinita cantidad de cualidades que querías que fuera y que yo… ya no puedo ser.
Juré no transformarme. Ser siempre la misma, aunque eso fuera nada, porque más que los ataques de enojo, gritos o insoportables peleas y reclamos sin razón. Yo le tenía miedo a esa capacidad tuya de transformarte. Pero me vieras en estos precisos momentos volviendo de una transformación tan violenta como las tuyas, y como tú, no sé si aplaudirme o destruirme… destrozarme. ¡Y no me he tomado nada!, nada que me explique, nada que adormezca. Estoy sobria y soy como tú.
Acabo de herir los sentimientos de alguien a quien quiero tanto, quien lo único que ha hecho es tratar de salvarme y quererme. Me siento tan llena de errores, torpezas, dolor y egoísmo. Aunque mi egoísmo esta tan lejos de parecerse al tuyo, tú egoísmo de no solo pensar únicamente en ti,  sino también pretender poseerlo todo. El mío, de ser tu víctima y extrañarte a pesar de todo, porque gracias a todas tus exigencias, tus desprecios y al tiempo ahora; aunque no te vea nunca, aunque nunca me hayas querido, eres parte de mis recuerdos; sin prestarte, sin pedirte de vuelta y mucho menos pretender que me quieras. Egoísta, torpe, buena o no… yo no me salvo, peor aún, no quiero salvarme, aunque a veces juego a que sí.
Después de mi madre no quise a nadie más que a ti, aunque no te perdono, aunque no se acabe mi dolor. Tengo mucho miedo, que no me deja, que no se borra, que no me liberarme de ti, y que te haga desaparecer para siempre… pero y entonces qué haré!, esto ya ha sido demasiado. Ya no puedo soportar.
Alguien me pide que espere, esperar qué? Si tú nunca me quisiste y yo ya me canse, se acabaron mis fuerzas. Pero antes de que ya no resista la apuesta que me gane desafiando a la muerte, desafiando el día y la noche… sola frente a mi propia vida, una vida que pudo haber sido como cualquier otra pero que resulto ser tan diferente de cómo  yo la soñé. Me marcho con mi eterna sonrisa de siempre y me lanzaré sin miedo al otro lado de la pared que los otros tanto temen…
Al finalizar esta frase encontré el cansancio necesario para recostarme en el suelo, al lado de la silla. “todo es una tontería”- pensé, como si siguiera escribiendo.
Me puse a respirar contando los latidos de mi corazón. Junto corazón y pulmones, voy contando hasta que consigo quedar dormida.   lilo

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