lunes, 12 de noviembre de 2012

Sueño con sueño ausente




Son las 2:11 de la madruga, hay un eterno silencio que no logro ligar con la realidad, un silencio etéreo y lleno de fuerza que me hace sentir despegada de la tierra (es probable que sea el efecto de un medicamento que me introdujeron en el brazo izquierdo, al acostarme). Permanezco muda e inmóvil y dejo que se expanda la esencia de la nada. Fluye un aire de tristeza, pero como otras veces, soy incapaz de explicar lo que significa esta tristeza. Trato de descifrar con calma la luz y el calor que de mi interior se diluye, convirtiéndome así en un frigorífico humano, sintiendo como por pequeños instantes se sacude mi corazón. Sin embargo no logro discernir de si todo aquello se debe a un mal sueño, a un retazo de mi memoria o una alucinación con sensaciones y todo, causada por un desequilibrio entre mi existencia, el espacio y el tiempo.Mientras, mi cabeza sigue girando en torno a un sinfín de ideas y pensamientos (algunos absurdos y sin sentido) y, por un momento tengo la sensación que el tiempo marcha bastante lento, lo suficiente como para hacerme dudar si realmente estoy despierta o si me encuentr0 delirando dentro de un sueño. Sea como sea, quizá lo mejor es que me lo tome con calma, si es que quiero que esto acabe pronto o, al menos de buena manera.Los segundos como de gota en gota se van escurriendo y aunque parezca tonto, sin hacer nada, me siento tan cansada, como si el hecho de hablar de sueños o delirios (o en este caso, escribirlos), cansara tanto como si estuviese construyendo o tratando de reconstruir algo  real o palpable, en vez de intentar de descifrar  o explicar algo tan confuso, sin sentido y carente de importancia.… finalmente son las 4:45,  las horas recién pasadas, se me han ido en blanco, en mudo, en quedo. De cualquier forma, trato de que el cansancio no se adueñe de mi corazón, ya sabes, luego termina uno hablando más tonterías de lo “normal”, y al rato más que un ser extraño terminan describiéndote como alguien demente, trastornado y, en fin, llegando a este punto me acorde de una frase de Murakami en donde decía que; La palabra «corazón», en japonés, tiene un significado más amplio que en castellano; abarcando los ámbitos del conocimiento, los sentimientos y la voluntad, de manera que incluye conceptos como pensamiento, mente, alma y espíritu.Al acabar de escribir y de enviarte estas tonterías, me gustaría ir a prepararme un café, darme un baño en agua fría para espantar la sensación, de ese sueño profundo que nunca se asomo, que me mantuvo en vela. Y, luego de ello, no sé, quizá leer y comer algo, para luego afrontar y resistir al mundo real. Pero resulta que a mi mundo real, le antojan otras opciones, bajo otras perspectivas. Así que supongo que tendré que soportar otro tipo de hastíos desde este espacio. Desde otro contexto.           Li.

PD.  ¡Ah!, y por aquello de la curiosidad, mi aspecto luce algo extraño, mísero y exhausto. Espero que aun así me puedas seguir queriendo.

lunes, 5 de noviembre de 2012

SOY FANTASIA EN UN MUNDO REAL…



Camino en silencio por las mañanas y las noches,  todos los días. A veces parece que tuviera una verdadera vocación y pasión por mi oficio, en realidad no es así. Siempre voy comprometida, dispuesta y decidida a cumplir mi misión, pero de regreso, me siento tan cansada del entorno. ¿Estrés? si, en buena parte, pero… sobre todo es un efecto de melancolía.
Confieso  esas sensaciones, de cómo y cuando un amigo me sonríe con ligereza, ¡sí!,  es como uno de esos momentos en los que todos te sonríen pero que en realidad nadie se siente feliz, ni siquiera un atisbo de alegría.
Mi nombre es… ¡ah!, no importa, la mayoría de veces prefiero que sea solo así, sin calificativo o apellidos que conlleven prejuicios, tristezas añejas, penas y tormentos, sin remordimientos ni reproches.  Soy de complexión delgada, pequeña de estatura, siempre mucho más baja que el resto de las personas que se hallan a mí alrededor, piel morena, pero de un tono pálido descolorido, ojos siempre visiblemente cansados, cabello corto, poco espeso y sin ningún arreglo, mi vestuario nada elegante, nada llamativo, nada a la moda. Dientes un tanto torcidos y otro tanto amarillos por el delirio de la cafeína. Con aire lánguido,  bohemia, con la soledad colada, sin sonrisa fingida. No, no soy una chica atractiva, alguien de quien alguien más se pueda fijar, mucho menos de quien poderse enamorar.
En mis días, en mis horas, vive reproduciéndose una simultaneidad singularmente incompatible. Me es  tan complicado de explicarlo tanto en palabras como en hechos, aunque siendo bien honesta tampoco es que me apetezca mucho pretender hacerlo, al menos ahora ya no. Son esas sensaciones ( impresiones) de lo que representa para mí la vida, la muerte, el mundo que fluye y que flota a mi entorno, que se mezcla, que me hastía, y del cual no me logro despegar ni adherir; todo con su despiadada naturaleza inventada, aniquilando a su vez la belleza substancial, olvidada, ignorada, la que ya muy pocos ven, la belleza de hallarnos  intrínsecos…, de cuando yo siento  que venzo al tiempo desde otra naturaleza, casi contrario a lo físico, a lo material. Una armonía solemne, espiritual; aferrarme a esos instantes que quisiera prolongar para sonreír y hablarle a la verdadera esencia; las montañas, el frío, la lluvia. Así he ido caminando, deseando que ello no sea efímero, que perduré, que se prolongue para evitar que la muerte penetre nuevamente en  mi conciencia.
¿Por qué, tal como el pan, como el agua, como el dinero, no se escasea la tristeza?... o, al menos que el amor no se escatimara de semejante manera.
No acabo de entender cómo  exactamente es que funcionan las cosas o funcionan los hechos. Hoy  por ejemplo, mi materia yace repentinamente postrada, casi mortecina. Mi figura en forma natural, con menos masa, dolor agregado y un tono enrarecido. En realidad es una expresión espantosa, sombría. Pero raro es que, aunque sigo respirando nadie lo ve, nadie lo nota. Las escasas presencias que solía conocer, lucen ausentes, sus miradas  confusas lucen una extraña aflicción, manteniendo su distancia con austeridad. Me gustaría tenerla seguridad de que realmente me están viendo  o, que por lo menos ellos sepan el por qué están parados frente a mí.
Hoy el clima es mísero, entre el viento, el frío, la niebla, me siento envuelta en el mismo  manto liso, el aíre me sienta anémico, los ruidos a mi alrededor me vienen como ecos, este ambiente en nada me ayuda a superar el sentimiento de desvariar. Me han abandonado los pensamientos sólidos.
La verdad, me dolería y lamentaría profundamente el partir inesperadamente y  tener que decir adiós a mis noches de música, mis tardes de lectura, contemplación de cumbres, cielos iluminados, mis andanzas entre montañas, días de lluvia, mis charlas a solas o en gratas compañías, los sorbos de café lentamente para hablarle placido al corazón y con locura, sin articular palabra alguna  (… para resistir a los malos tiempos).
 Adiós a mis sonrisas con mirada emocionada, mi perfil sutil y confusamente  recortado, mi aspecto desencajado, bajo mi forma de especie irreal, indolente, autentica para mí. Tan desatinada con esta atmósfera, “el gran mundo con sus equilibrios”, sus satisfacciones, sus placeres convenidos, todo mezclado para ajustar con ellos mismos, como gigantes domesticados; con su tranquilidad, su inteligencia y fuerza imitada, con prisas y bullicios. Me asustan sus pretensiones de monstruos innovados.

Con un poco más de esfuerzo acomodo mi dignidad cansada y sobre los hombros yace mi conciencia equilibrada. Quizá haya juzgado con exageración algunos detalles, pero nunca fui una genio o una imbécil, es tan solo que razones tuve de sobra para despuntar los detalles de cómo percibí el mundo a mi entorno, las personas de quienes me aislé por parecerles inverosímil, por resguardar como tesoro la pureza moral, y por ello mismo sé que para mí no existe ni  existirá un camino diferente.  




lilo