martes, 16 de octubre de 2012

Impalpable entre los días…

http://www.youtube.com/watch?v=zCs1cr_sbEU   Después de varios días, esta mañana, pude levantarme tarde ya que las noches recién pasadas no había podido dormir casi nada como  otras veces. Me he quedado un momento más en la cama, viendo como el frío continúa descendiendo y, desde mi ventana me abriga la sensación de nostalgia que no acabo de quitarme  encima. Luego de pensármela un momento más, me levanto, voy al cuarto de baño y, me quedo parada frente al lavamanos, me sujeto de este como si tuviese la sensación de desvariar en cualquier momento y por un instante… cierro los ojos.
No… no, no, no. Me repito varias veces. Es demasiado temprano para entristecer, para caer, para dejarme vencer. Entonces, termino de componer mis ánimos lo más que puedo y me ducho sin ninguna prisa, enciendo la cafetera y me preparo un desayuno ligero, la que como siempre acabo comiendo en mi habitación, a solas, frente a la pequeña biblioteca.
Hoy hace un poco más de frío que ayer, no he pasado de escuchar algo de música y de leer como de costumbre, lo cual nunca me ha resultado fastidioso por más que lo repita con frecuencia. Escucho como el viento gélido sopla desde afuera, apresuro la taza de té, me pongo una chaqueta azul, hundo mis manos en los bolsillos, vuelvo a cerrar los ojos como si tratase de evocar un recuerdo muy importante que ahora parece hacerme tanta falta y lanzó la vista al techo como si de este me fuera a caer semejante deseo. Pienso en el olor de los cipresales, así que decido sin más salir a caminar un rato, con Portman y Elfamn sonando en mis auriculares, pongo en mi pequeña mochila, un libro, libreta, y otro poco más de té para llevar.


… Por estas y muchas otras tantas razones me gustaba estar contigo…, con tu presencia invisible, por estas y muchas otras tantas razones te echo tanto en falta y… me cuesta tanto asimilar el presente así, con las cosas que siempre me han gustado hacer pero ahora con el vació de hallarme sin ti, con esa pesada sensación y malestar de que no puedas volver a estar entre los confusos relatos  de mi existencia.
Anterior a todo esto, solía preocuparme tantas otras cosas, incluso al conocerte me preocupaba el hecho de qué pensaras de mí, sin siquiera imaginar lo agradable que sería caminar a tu lado sin tener que decir o pensar en nada. Si pudiera decir toda la verdad, diría que nuestra relación fue perfecta para ambos. Lo nuestro nunca fue una típica relación de personas normales y comunes, podría asegurar que esta es la razón principal por la cual nos sentíamos extrañamente tan bien acompañados, comprendidos y,  la vida tenía cierto placer y delicia oculta. Hay  tanto de ti que me florece a diario que, quizá sea por eso que siempre amanezco con la sensación de seguir soñado contigo, y así, entre realidad y fantasía… se me van los días.


 lilo.

martes, 9 de octubre de 2012

¡Días para llevar!


Días para estar aquí y quedarse en casa, días para salir y dejarse llevar. A veces queremos hablar y no sabemos qué decir, nos quedamos callados… cuando aquel silencio nos resultaba reconfortante, y en otras  ocasiones hablamos de todo y, ello hace parecer  que las alegría nos brotaran con mucha más naturalidad. A cada paso nos vamos sintiendo tan poderosos con nuestras propias teorías de la existencia.
Allí, en medio de miradas, bromas y sonrisas caemos en la cuenta de cuánto amamos la música, la comida, las montañas, las cumbres y aunque muchas veces ni nosotros mismos lo entendemos, amamos también el enorme y absurdo cansancio que en las alturas y tan lejos descubrimos, cuando exploramos las tierras propias y ajenas.  Con las copas, vasos o botellas de cualquier bebida, cantamos desafinados, melancólicos siempre, para brindar y beber en esos instantes, esas ideas esporádicas de que la vida es maravillosa  y otras veces una mala broma.  Si, ya sé que andamos medio locos, pero, ¡así somos!
Compartimos nuestras vidas sin importar si nuestras condiciones o ideologías son diferentes, sin importar de donde o cómo venimos. Disfrutamos del privilegio de gozar los hechos espontáneos, peculiares, inesperados, porque resulta que  “todo es por primera vez, alguna vez en la vida", aun sabiendo que las penas nadan inevitables en el interior de cada uno. Quizá esta sea otra de las tantas razones por las cuales nos refugiamos en algún rincón, a veces con silencio, a veces con bullicio. Algunos de pronto nos da por sentirnos parte del decorado de algún paisaje; un poco claros, un poco oscuros, y un poco alejados también, pero dignos sin duda, de quedar bien enmarcados en esos recuerdos para siempre de los paisajes de la memoria. Hay un encanto absoluto que se apodera de nosotros en las alturas,  algo que quizá, para muchos  parezcamos perdidos, ausentes, absurdos… sin embargo nosotros nos reencontramos y revivíamos  razones importantes de la vida, porque es aquí donde en medio de todo surgen las charlas que parecen ceremonias…aquí, donde nuestros hogares se encuentran lejos, aquí, donde nos reunimos entre las montañas, tiendas de campaña, una fogata,  y un autobús… la noche nos roza tan de cerca y nos cubre con un manto de neblina y fría briza. Acompañados y  solitarios en plena madrugada.
Luego de que la travesía acabe volveremos a ocupar nuestros lugares de siempre, como cuando el cielo oscuro se vuelve a llenar de estrellas, como cuando el sol vuelve a cumplir su jornada para hacer el día.
Como en otras ocasiones, cae la noche y el retorno es inevitable.
Al bajar del autobús no quiero tornar atrás, porque quiero volver a descubrir nuevas, amplias, reducidas, perdidas poblaciones; entre pausas, chistes paradójicos,  cancioncitas de venas abiertas y ese cansancio atroz, ¡sí!, con todo y todo, otro viaje con rumbo planificado, y a la vez indefinido, donde todo se determina al azar, impredecible.
…En otra estación quiero que nos volvamos a encontrar para dejarnos llevar kilometro a kilometro, y disfrutar  de nuestros días para llevar.
Li. Lo