domingo, 5 de mayo de 2013

Bienvenida...

Te dejaste venir casi repentinamente, aunque yo ya me estaba empezando a preocupar por tu tardanza,  estaba más que ansiosa de verte y sentirte. Ya sabes, no soporto, tu ausencia,  el contraste de tu existencia, más aun con la exageración de las temperaturas que me rodean…
Pues bien, hoy que venía en el autobús, de regreso a casa, el calor y, al cansancio del día anterior me habían envuelto en un leve sueño placentero, de pronto sentí como un chapoteo  resonaba en las ventanas, al ver no pude evitar mi emoción (ya me conoces, un tanto exagerada en casos como este), sonreí inevitablemente al escuchar los murmullos quejosos de la gente.
Me complace tanto tu presencia en mis días, en serio, y no me refiero a verte tras mi ventana, o cuando te escucho mientras estoy refugiada bajo mis frazadas por las noches. NO, pues si bien son tremendamente agradables esos momentos, lo que más me fascina de tu compañía es eso, tu compañía, tú y yo, un momento, en una misma vida. Inician entonces los días de lluvias constantes y hoy, antes de bajar en la estación que me corresponde, me he doblado alegremente los pantalones, dejo que del cielo caigas derechito a mi, sin prisa, con calma, aliviando las penas de mi alma.



                                                                                                                                                            LiLo.