La
verdad es que no soy…. es lo que quería decirte. No soy diferente, o bueno, sí, pero no de la forma en que muchos piensan. No soy bohemia ni artista, no
pinto, no dibujo, no toco ningún instrumento, no canto. No me gustan los
conciertos y escasamente asisto a alguna actividad colectiva. No bailo, excepto
cuando estoy de muy buen ánimo y a solas en mi habitación. No soy deportista,
no soy gótica, mucho menos una mujer sexy, popular y/o extrovertida, no soy miembro activo
de ningún club o grupo social, tampoco soy una lesbiana que ha salido del
armario y se siente orgullosa de ello. Nunca he sido una estudiante
sobresaliente o empleada del mes, no soy una borracha o drogadicta, tampoco soy
una genio, hippie, puritana, o una puta, ni siquiera una de esas chicas tímidas
y de buen corazón que reparten a todo el mundo un “Que Dios te bendiga”.
No,
no soy nada de eso, es lo que reconozco y escribo mientras lloro dejando caer
las palabras de mis manos, pero sujetando mi corazón con demasiada fuerza como
para no permitir que también este caiga.
…
Me
gustan los libros, todo el mundo lo sabe — realmente amo leer—, también me
gusta mucho escribir, pero sé que nunca estaré a la altura de ninguno de los
escritores que he leído porque mis ideas son tibias, borrosas, absurdas, vacías,
están desordenadas y se desbordan hasta
hacerme doler la cabeza. No hay nada diferente en eso, nada fascinante,
interesante, que merezca la pena mirar, saber o conocer.
Además
de leer, también me gusta mucho caminar (a solas)… y el café (una buena taza de
café), aunque eso probablemente también ya lo sabes.
Tengo
una cabeza con escasos horribles cabellos, y unos ojos eternamente cansados y de
tonta. No me maquillo ni voy al salón, tengo un cuerpo que no es nada. Estoy
demasiado delgada y cuando no lo era tanto también eso resultaba ser defectuoso
para muchos, y mi boca es increíblemente fea. Mi ropa es una broma y mis bromas
son desesperantes y complicadas y nadie más se ríe con ellas. Hablo como una
imbécil cuando debo permanecer callada y cuando debo decir algo calló como
idiota, no sé decir nada interesante o importante para la gente, simplemente
parloteo o farfullo como una fuente rota, y casi siempre es sobre libros.
Suelo
alejarme de todo el mundo y luego me enfado (y me duele) cuando me abandonan… Mis amigos
se desvanecen como el humo del café cuando se enfría.
No
soporto los ruidos de la gente, las aglomeraciones, el sol, el calor, el mar, y
padezco de un eterno insomnio que con frecuencia invita a la migraña a hacerme
compañía.
Trato
de engañar y me pillan, me hago la interesante y meto la pata, soy incapaz de
fingir que les creo a los mentirosos, y tampoco soy capaz de evitar el
sarcasmo…
Detesto
tantas cosas y amo otras tantas, pero por más que lo digo y aclaro nadie parece
entenderlo. Así es como vuelvo siempre a esta isla.
…
Si,
también supe amar, como una tonta, como una ilusa, pero hace mucho tiempo desistí
de eso. No soy una romántica, ¡soy una tonta!. No soy nada que nadie desearía
conocer. Soy una lunática que deambuló en busca de algo que no existía. Soy
cada uno de los últimos detalles horribles en un mal disfraz de última hora. No
soy diferente, en absoluto... Soy extraña, tal como me lo dijiste la última vez
que me hablaste. Soy una imperfección imperfecta, una ruina ruinosa, unos
restos manchados y tan destrozados que solo yo soy capaz de redescubrirme en lo
que queda, después de cada rastro de dolor que la gente ha dejado en mí. Soy
esto, a quién nadie le dedicará una bonita frase de elogio porque no tendrá de
dónde cogerla.
Li. Lo.