sábado, 5 de febrero de 2011

para ti, con dolor...

Papá:
Te escribo ya que no puedes escucharme. No puedes responderme.
El silencio es tu castigo por haberte ido de esa forma tan estúpida de mi vida. Siempre fuiste demasiado duro, trabajabas demasiado para no darme un instante, para no regalarme una mirada, una palabra, lo que te resultaba toda una pérdida de tiempo.
Se supone que debías de convertirme en una persona fuerte, segura, de futuro y de trabajo, ¡como tú! ¡Ya ves! He crecido, me muero de miedo, me siento tan sola y mi futuro ha desaparecido ¿¡Cómo la ves!? al menos no me portaré de la forma tan idiota en que tú te comportaste. En lo que si me parezco a ti es en lo terca e imprudente, tú solías lastimar a la gente con tu franqueza de hielo, ¡lo siento! Yo soy igual, algo tuyo tenía que heredar, ¿no?
Has de estar enterado de mis últimas aventuras, pruebas y sucesos, por si no, déjame ponerte al corriente: no logré terminar los estudios que tanto quería, pero si aprendí lo que se siente ser una persona de segunda clase, que tus amigos te olviden, y que el resto de la gente ignore tu existencia o te tenga lastima.
Sabes, hoy fui a la universidad a hacerme una prueba pendiente, fue una experiencia horrible; el lugar estaba lleno, todos los presentes esperábamos el examen, pero lo que me llamo la atención fue que todos parecían tan despreocupados, que los dientes se les veían con cara de prepotencia, hasta los maestros se cargaban una grosería y sarcasmo detestable.
Después de casi dos horas el examen termino, todos hablaban mil cosas entre sí, yo no entendí nada, pero si sentí la arrogancia de cada uno, y después de un instante insoportable el maestro dijo que esperáramos por los resultados; yo me harté, salí sin previo aviso y sentada en el pasillo decidí esperar desde allí. La cabeza me daba vueltas y sentí ganas de llorar, quise pararme y no pude, y cuando estaba a punto de estallar, anunciaron la entrega de notas.
¿¡Qué crees papá!? ¡PERDÍ!, así como lo ves, me jale los cabellos y comencé a temblar; no lloré porque yo nunca lloro (frente a los demás claro) pero estuve a punto de hacerlo. Fue algo tan horrible porque aparte de no aprobar el examen, aquí se me muere y desaparece otro sueño.
Me quede callada un largo rato y pensé en todo lo malo que me ha pasado, porque como sabrás, aparte de las grandes diferencias con mis hermanos y el abandono invisible de mamá, lo de la enfermedad me ha acarreado mil desgracias más, por ejemplo que estoy desempleada, ¡así es!, y por obvia razón súmale  mi mala situación económica actual, eso sin contar lo otro.
Papá, ¡¡¡Estoy harta!!! La psicóloga dice que tengo que salir de aquí, cambiar de ambiente para que se me quite el trauma de todo esto que sucede, y por supuesto lo de haberte perdido. Eso es estúpido porque necesitaría como mínimo un viaje a la luna para que este dolor que siento disminuya un poco, además  imagina con qué dinero he de viajar, si ahora a penas me alcanza para llegar al café que está a unos metros de aquí y, aunque pudiera largarme lejos no puedo (ya sabes porque). Aquí me siento encarcelada y siento que a veces me cuesta respirar.
Bueno papá, espero que tú te la estés pasando muy bien, al menos la última vez que te vi así parecía… perdóname, escribo puras tonterías, pero me da tanta rabia nunca haberte tenido, no tenerte aquí ahora que tanto te necesito. ¡Me haces mucha falta! No tienes idea de cuánto. He sobrevivido con esta detestable enfermedad, con mamá a medias, sin novio, sin amigos, pero definitivamente no he podido estar sin ti. Lo que más me duele de todo esto no es tu ausencia sino el hecho de que NUNCA me quisiste. La última vez que te vi ignoraste mi mirada con desprecio, como si la del error hubiera sido yo y no tú. Yo nunca te fallé! Tú sabes muy bien que desde que tengo uso de razón no hice más que tratar de ser quien tú querías que fuera, para que te sintieras orgulloso de mí, pero jamás te quisiste dar cuenta de nada. Además, yo nunca quise ser como soy, y de saber que así sería mi vida, menos.
Sé que a estas alturas ya nada importa, sigo tratando de olvidar esos detalles… otra vez estoy apretando los dientes para no llorar.

 Solo quería que supieras que a pesar de todo, para tu gusto o molestia no te he quitado el título de “Papá.    lilo

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