lunes, 7 de febrero de 2011

Estación del tiempo…


El ambiente se enrareció como en los tiempos peores y yo queriendo decir que no, porque las fuerzas se me estaban agotando poco a poco y me volví vulnerable ante las intransigencias de la vida.  
Cruce la calle con la mayor de las prisas porque en este lugar los vehículos parecen no tener frenos. En la estación del bus espere un largo rato, de repente vino a mi mente el deseo, la esperanza fija de que aparecieras por algún lado. Mis ansias acabaron en una gran desilusión porque tú ni siquiera estas cerca.
Hoy creo pensar que hasta los árboles lloran tu partida, que la brisa se vuelve lluvia ligera porque tú no estás, y ni siquiera me queda la esperanza de que algún día puedas volver. Las circunstancias, el tiempo, la vida, lo inexplicable me hace dar pasos en reversa, por donde estuviste y pierdo la cabeza creyendo que caminas junto a mí.
Los días sin ti son la desilusión de un futuro incierto y sin esperanzas de un día feliz… el corazón días se me acelera, días se detiene y mi aire se llena de suspiros vacios.
He terminado de arrancar las ultimas margaritas que quedaban en el jardín porque ya no tiene sentido que sigan allí.
Te gustaba verme ensimismada en mis eternas lecturas, aunque siempre decías que no, te gustaba tanto escuchar mis historias de nunca acabar con emoción, risas y todo.
Me enamore de tu naturalidad y la ingenuidad que fingías para agrandarme ante los demás, tu ternura que me estremeció en días de tristeza y día de alegría. Admiré siempre tu forma de ver y vivir la vida con originalidad, y lo de ser espontaneo simplemente te resultaba increíble.
Quiero decirte tantas cosas, tantas cosas me quede sin decir. Porque el amor no se entiende, tampoco se puede explicar. El día que te dije ¡No entendí!, ¡lo siento!, la verdad es que no sabía cómo ni qué hacer cuando pretendía ayudarte.
GRACIAS por vivir la vida conmigo y hacerme vivirla con gracia y alegría; hacerme creer que todo era una gran aventura, sin pensar que se trataba de formar un futuro más de seguridad que de ser feliz.
Nunca te pude decir que me encantaba ver tu cara de enojo fingido y la risa que me provocaba ver tu cara cuando la lluvia te mojaba; tampoco pude decirte que disfrute muchísimo cuando te reías de tus propias bromas, aunque no les entendiera o no tuvieran ninguna gracia, y los momentos en los cuales te perdías concentrado y angustiado tratando de ayudar a los demás, sencillamente te magnificaban.
Por favor, perdóname!, por las cosas que nunca hice y por hacer cosas que nunca debí hacer; por no decirte Te Quiero para siempre, por no decirte Te Amo, por no resignarme a que te has ido, por pensar en que, como tú no regresaras conmigo, yo me quiero ir contigo. Como decirte NO, no quiero que te duermas, que cierres tus ojos y te marches,  es como decir; si me escuchas y regresas, todo será mejor, reiremos a reventar y explotaremos los días al máximo. –dime que SÍ.
Nunca debiste verme llorar, porque tampoco llegaste a saber cómo terminaba sintiéndome al ver tu rostro derrumbarse de tristeza al creerte impotente ante mi salvación. La verdad es que al ver tus ojos húmedos y sentir tu corazón herido, resultaba siendo esa mi única frustración, pues el dolor se me hinchaba cambiado el motivo.
A pesar de que el sol brille y las tardes siguen siendo una maravilla, ya no tienen la magia y el milagro de vivirlos, todo se fue y desapareció contigo, también mi corazón.
Quiero hablarte sin parar y contarte todo lo que me ha pasado, y lo que no he hecho desde que no estás. Quiero pedirte que no te vayas a la tierra del olvido, al mundo de los sueños eternos, al menos no sin mí. ¡No me dejes aquí!, quiero volver a reír contigo, ser feliz sin miedo a nada…
Caigo del delirio a la realidad, dándome cuenta de que además de mi mente empecinada y la fuerza del amor que te tengo, no existe absolutamente nada más que me dé la certeza de que aún no te has marchado y que me escuchas. Pero por si no he ganado, dame un último minuto para pedirte perdón, por gritarte la última vez que tus ojos me miraron, exigiéndote que te levantaras, que no te fueras porque segundos después sentí que alguien me había arrancado la vida y… te hable sin que tú pudieras responder, me estremecí de hombros, con las rodillas al suelo sosteniendo tu cabeza. Esperé en un último milagro tu reacción, ¡Te grité! Y lloré a grito pelado de dolor y de odio al escuchar tu adiós, tan débil y lleno de amor.
Cómo pedirte que no, que no te vayas, si hace muchos años que ya no estás...
Me subo al autobús con prisa y pareciera que nada ha cambiado, que todo, todo sigue  igual.
                                          .http://www.youtube.com/watch?v=A1mPY9z4kvQ

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