jueves, 27 de enero de 2022

El poder de la ignorancia y la indiferencia

Cierto día, en una conversación sobre el porqué de tanto caos y conflictos a nivel mundial, en todos los ámbitos existentes, las personas con quienes trataba este tema exponían diversas razones, y entre estas se mencionó la ignorancia. La ignorancia, aspecto o condición que a mi parecer es el principal problema de la población mundial, por supuesto no me refiero a la ignorancia de las cosas que sabemos que ignoramos (el universo es tan complejo que siempre nos sorprenderá con tanto aún por descubrir), me refiero a aquella de las cosas que preferimos ignorar, la ignorancia a voluntad, éste, a mi parecer, el peor de todos los males, ya que ignorar voluntariamente un riesgo hace imposible prevenir un desastre. La ignorancia condena irremediablemente, el ser humano parece tener una natural tendencia a engañarse a sí mismo llegando incluso, en su ciego afán por proteger su engañosa seguridad, a tildar de falsa la realidad.

Esta tendencia a engañarse a sí mismo no está limitada a la política, al ámbito  económico social o religioso, no, por desgracia existe gente que llena su vida con toda clase de supersticiones y engaños, como quienes creen en maldiciones, gente que cree en la suerte, gente que cree en la inmortalidad, la reencarnación, renegando de la ciencia y la física que, por otra parte aceptan sin pensar en los dispositivos electrónicos que utilizan a diario, gente que cree en ovnis; en espíritus, deidades; en conspiraciones… gente que cree.

Y es que creer es fácil: simplemente te despreocupas de cualquier evidencia o pregunta incómoda, dejas de lado el trabajo de buscar información y comparar lo que has escuchado o te han contado, te olvidas de pensar por ti mismo y de evaluar los hechos. Para creer solo se necesita aceptar ciega e incondicionalmente, sin dar cabida a la duda. Anudado a esto está el hecho de que los resultados de creer, lamentablemente serán siempre negativos, es decir, protestas, quejas, decepciones, inconformidades, lamentos, las poblaciones culparán siempre a sus gobiernos, desentendiéndose de la responsabilidad de sus acciones, ya que ellos mismos eligen a sus líderes y gobernantes. Creer que es un castigo divino, mala suerte, que es culpa del vecino, de los empresarios, ricos y millonarios, del fuerte, del astuto, o porque soy pobre, porque nací en este pueblo, en este país, porque no tuve padres, o los tuve, pero estos eran malos, etc.

Buscando siempre una excusa o un culpable. Tan fácil desligarse de la propia responsabilidad, que desgraciadamente las consecuencias las pagamos todos, y con creces.

Si algo no nos agrada, sea la crisis económica o social, una enfermedad, la pérdida de un ser querido o simplemente la complejidad del universo en el cual vivimos, es más fácil creer en lo que nos dice alguna autoridad, algún medio de comunicación o cualquier otra persona, que nos muestra la realidad que en dado momento hemos de enfrentar y de la cual pretendemos huir.

No importa el medio que “afirme” con total veracidad, como los ahora tan de moda… ¿coaches?, conferencistas, asesores, analistas, guías espirituales, etc., prometiendo la salvación, la sanación, el éxito, o la solución, según sea el caso, mientras consiguen la suya propia (la económica, al menos), y están los vendedores de «textos sagrados»  ya sean brujos, sacerdotes o predicadores de sinfín de religiones existentes, que nadie condena por más irracional e ilógico que sea lo que muchas veces vociferan.

 

Las “autoridades” siempre nos ofrecen un culpable y una solución. A mucha gente parece no importarle el hecho de que ese culpable generalmente no exista, o el que esté comprobado que esa «solución» no funciona, lo importante parece ser quitarse el peso de la responsabilidad de uno mismo y transmitirlo a alguien más, ya sea esta una Persona, Gobierno, Institución o un Dios.

Los Ignorantes por Voluntad matan, destruyen, causan estragos, tanto por acción, omisión y/o indiferencia y dejadez. Tan solo hay que ver a nuestro entorno y más allá de nuestras narices, y darnos cuenta de que, lamentablemente, veamos hacia donde veamos, hay guerras, protestas, conflictos, saqueos y estafas, gobiernos corruptos, dictadores esclavizando, manipulaciones por doquier.

El Ignorante Voluntario es terriblemente peligroso para la sociedad en la que vive, ya que al dar soporte y sustento a grupos que intentan negar hechos claros o soportar posiciones extremas, mueven el equilibrio de poder en la sociedad hacia gente que causa grandes problemas, gente que intenta aplastar conocimientos verificados que no cuadran con sus creencias, gente que intenta arruinar aún más, el desarrollo educativo, gente que con colorida elocuencia convencen a otros ignorantes voluntarios de hacer cosas que podrían afectar su vida, su propiedad, su libertad.

 

Es justamente la incertidumbre y la conciencia de horizontes inexplorados lo que da valor a la existencia.

 

Al dejar de lado la incertidumbre, al evitar la duda, al no hacer preguntas, inclinar la cabeza y aceptar ciegamente, el Ignorante Voluntario se pierde una de las más grandes bellezas de esta vida: el responder inquietudes, no para resolver todos los problemas, cosa que sabemos es imposible, sino para crear soluciones, agregarle valor a nuestra vida y no restarle, como hemos venido haciendo.

 

Pensar es una decisión, hagamos uso del razonamiento y una reflexión sobre nuestras acciones individuales.






Li. Lo.

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