sábado, 13 de abril de 2013

EL TIEMPO Y LO QUE VALE

¿Cuánto tiempo tenemos de conocernos?
En realidad nosotros nunca reparamos en eso, en todo caso, lo que si mencionamos de vez en cuando es el tiempo que pasamos sin comunicarnos.
¿Amigos…, amigos? No lo sé, pero lo cierto es que hay algo que hace que nuestra “relación” sea tan agradable cada vez que nos encontramos.
Yo, conscientemente reconozco que soy un desbarajuste de  cosas, y en muchas ocasiones me dan tanta vergüenza con migo misma, al recordar cuantas cosas digo, hago… y mucho de lo que soy. 
Tu, otro tipo de desastre, aunque un poco más aterrizado con los seres humanos “normales”.       Pero si bien es cierto, es que ambos hemos sufrido las inclemencias del destino, las tragedias inevitables, los estragos de nuestras propias condiciones. Y también es cierto que cada quien vive en un mundo donde ha creado otro pequeño mundo (un espacio invisible) en el cual se refugia nuestro verdadero yo, quien realmente somos, quien nos gusta ser. En ese mundo somos felices con lo que hacemos. Es quizá entonces, eso, lo que tenemos en común.
Porque dicho de otra forma, no tenemos nada en común. NADA.
¿Qué se yo de música electrónica, videojuegos o de avances tecnológicos? Lo mismo que tu de literatura,  de música clásica, cocina o de sobrevivir en las montañas.
A ti te gustan los gatos, yo les tengo fobia, pero ambos tenemos perros. Yo hablo mucho, tu casi nada. Yo siempre trato de buscar las palabras adecuadas para todo aquello que quiero decir, y tú siempre lo dices todo tal como te llega a la mente.
Pero, ¿Por qué escribo estas cosas? –  Sencillo.
Precisamente hoy, quiero hacerle justicia a tu tiempo, tu lealtad,  tu paciencia,  tu honestidad sin reservas, por tu aprecio, cariño sin medida y tu confianza.  Porque siempre me dejas hablar a mi ritmo desenfrenado (tantas veces aburrida y desesperante), se que te gusta comer todo lo contrario a lo mío y sin embargo siempre comemos lo que yo apetezco (agradezco profundamente además que te lo comas tan de buena gana), me alaga y estremece tanto el rito de las tardes de cafés y tiramisú… y mis relatos de lectura.
Hoy, a diferencia de días anteriores, me quede sin palabras (para agradecer y pedir disculpas). Porque fue una tarde esplendida; porque me invitaste a comer (comida vegetariana), fuimos al cine, me reí de ti más que tu de mí, escuchaste atentamente cada cosa que te contaba, me invitaste al café de siempre (mi favorito) y ese pastel que tanto nos gusta. Y además has pagado el regreso a casa, consciente de que te he dejado sin un centavo.
Muchas GRACIAS, H.A.
                                                                                                                                                       lilo.
PD. Contigo no sé si molestarme o tomar como un alago que te rías tanto de mis tics (ya sabes a cuales me refiero).

No hay comentarios: