En realidad nosotros nunca reparamos en eso, en todo caso, lo que si mencionamos de vez en cuando es el tiempo que pasamos sin comunicarnos.
¿Amigos…,
amigos? No lo sé, pero lo cierto es que hay algo que hace que nuestra “relación”
sea tan agradable cada vez que nos encontramos.
Yo, conscientemente
reconozco que soy un desbarajuste de cosas, y en muchas ocasiones me dan tanta vergüenza
con migo misma, al recordar cuantas cosas digo, hago… y mucho de lo que
soy. Tu, otro tipo de desastre, aunque un poco más aterrizado con los seres humanos “normales”. Pero si bien es cierto, es que ambos hemos sufrido las inclemencias del destino, las tragedias inevitables, los estragos de nuestras propias condiciones. Y también es cierto que cada quien vive en un mundo donde ha creado otro pequeño mundo (un espacio invisible) en el cual se refugia nuestro verdadero yo, quien realmente somos, quien nos gusta ser. En ese mundo somos felices con lo que hacemos. Es quizá entonces, eso, lo que tenemos en común.
Porque dicho
de otra forma, no tenemos nada en común. NADA.
¿Qué se yo
de música electrónica, videojuegos o de avances tecnológicos? Lo mismo que tu
de literatura, de música clásica, cocina
o de sobrevivir en las montañas.
A ti te
gustan los gatos, yo les tengo fobia, pero ambos tenemos perros. Yo hablo
mucho, tu casi nada. Yo siempre trato de buscar las palabras adecuadas para
todo aquello que quiero decir, y tú siempre lo dices todo tal como te llega a
la mente.
Pero, ¿Por
qué escribo estas cosas? – Sencillo.
Precisamente
hoy, quiero hacerle justicia a tu tiempo, tu lealtad, tu paciencia, tu honestidad sin reservas, por tu aprecio,
cariño sin medida y tu confianza. Porque
siempre me dejas hablar a mi ritmo desenfrenado (tantas veces aburrida y
desesperante), se que te gusta comer todo lo contrario a lo mío y sin embargo
siempre comemos lo que yo apetezco (agradezco profundamente además que te lo
comas tan de buena gana), me alaga y estremece tanto el rito de las tardes de
cafés y tiramisú… y mis relatos de lectura.
Hoy, a
diferencia de días anteriores, me quede sin palabras (para agradecer y pedir
disculpas). Porque fue una tarde esplendida; porque me invitaste a comer
(comida vegetariana), fuimos al cine, me reí de ti más que tu de mí, escuchaste
atentamente cada cosa que te contaba, me invitaste al café de siempre (mi
favorito) y ese pastel que tanto nos gusta. Y además has pagado el regreso a
casa, consciente de que te he dejado sin un centavo.
Muchas
GRACIAS, H.A.
lilo.
PD. Contigo
no sé si molestarme o tomar como un alago que te rías tanto de mis tics (ya
sabes a cuales me refiero).
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.