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Días como este, me gustaría decirte que todo marcha
bien o, que todo se pondrá mejor, que seguiremos soñando maravillosamente como
en tiempos pasados. Pero no.
Hoy por ejemplo, no tienes una idea de
cuanto me esta costando escribir esto, y no me malinterpretes, deseos me
sobran. Sabes que me gusta mucho escribir y sobre todo leer. Pero mi cuerpo
hace mucho que se ha vuelto en mi contra. Me ha traicionado.
Me duelen mucho los dedo con tan solo unos
cuantos teclasos, se me quebranta horriblemente la moral, al despertar y a penas
poder sentir las piernas y muchas veces ni siquiera soy capaz de moverlas. Me
duele a morir la cabeza, me cuesta demasiado dormir y por tal razón me duelen
todo el tiempo los ojos. Ya ni siquiera puedo leer largos tiempos como antes.
Disculpa si esto que escribo suena tan solo
a quejas. Perdóname, es solo que hay veces que ya no resisto y no tengo a nadie
con quien hablar.
Pero,
¿sabes cual es realmente mi miedo y la vergüenza?
Es que con todo esto se que he cambiado
mucho y, sinceramente no creo volver a ser nunca más como antes. Yo soy una
buena persona. No tienes idea de cuánto daño le he causado con todo esto. Literalmente he causado mucho
daño a mi paso y me duele de sobre manera que sea precisamente a las personas a
quienes he querido tanto.
No imaginas cuan doloroso es que te levantes
un día y, ves y sientes que todo está bien, te sientes bien, te ves frente al
espejo, respiras profundo y te dices a ti mismo: “Me siento bien, estoy bien” y
sin darte cuenta haces planes y sueñas, desde cosas tan simples, pequeñas y
sencillas, por ejemplo desear comerte algo que se te antoja, quizá ir al cine,
tomar un café, correr en bicicleta, o simplemente dar un paseo a pie, tan igual
como tener aquellos grandes anhelos de vida. Pero entonces pasado unas cuantas
horas, quizá con un poco más de suerte y fortuna, alcanzas el bienestar y la
paz por un día… pero luego, luego vuelves a caer de golpe, con más fuerza, con
furia, caes casi acabado, ya sin rasgos de algún animo ni fuerza, ni voluntad
para poderte levantar de nueva cuenta. Pero no mueres, aun vives, como si ese
alguien o ese algo se empeñara en que te quedes al borde del dolor extremo y la
salvación porque pareciera que es la peor forma para hacer sufrir a alguien.
Aquí estoy. Tan de mal animo como otras
veces, no te llamo ahora, ni te escribo porque desearé tanto un desahogo (…en
tus brazos) y llorar, llorar hasta el agotamiento. Entonces verías cuan acabada
estoy y me siento, y seguro también a ti te estaré causando un daño.
Tienes muchas cosas que hacer y en que
pensar. Tienes que dirigir y administrar tus sueños de vida y conseguirlos.
Yo, en el estado como en el que estoy
ahora, he herido a mi madre con gestos, con silencios, con palabras. Por ella
me duele más que por el resto. También ella ha perdido la paciencia y se ha
desahogado. Hemos llorado cada quien en su propio espacio. Espero que algún día
me perdone y pueda entender que nunca ha sido culpa suya, y tampoco mía.
Sé que ella cree que me he vuelto muy fría,
cruel, que tal parece que acabé con mis propios sentimientos, que ya nada ni
nadie me interesa. Lo sé, mis hermanas me lo han dicho. Yo no lo he negado ni
me he defendido. Creen que ya no sufro por nadie más, que solo lo hago por mí.
… si supieran.
Como te he dicho, me duele y me avergüenza
mi estado. Me duele no tener siquiera el derecho de arrancarme de mí misma. Me
duele no saber para donde jalar, y tampoco ser capaz de quedarme en este estado
de inutilidad.
No te mentiré. No tengo la menor idea de
por donde ira esto a parar. Esto que soy
yo ahora.
Me he desprendido tanto de todo y de todos.
Me duele hasta el último punto de mí ser, decirte que te extraño, extraño tanto
ser la que era, estar en donde estaba. Yo… yo ocupaba un espacio en el corazón de
alguien y pensaba que (posiblemente) ese “alguien más” me echaba de menos y
necesitaba.
Li.Lo.