viernes, 28 de enero de 2011

Un día más...

Si tengo la razón o no eso es lo de menos, cada día es un tema y yo, otro también. Hoy el día parece sonriente y agradable, pero el ambiente a mi alrededor cae en picada y se desmorona estrellándose contra el piso, en otras ocasiones paso semanas soportando esa sensación nauseabunda a punto de hacerme reventar las razones múltiples y banas a la vez, ya no estoy seguro si suspirar, guardar silencio o dejar que se derrame todo lo que brota de mi mente, lo cual podría ser bueno o estúpido, sin embargo…
Cuando en el corazón se amontonan los dolores, arden los ojos por tantas lágrimas que caen, y las costillas parecen estallar porque el corazón se hincha de dolor. No encuentro otra explicación en este momento, la vida se me vuelven un laberinto que me tortura porque no me logro liberar, no encuentro ninguna salida, porque cada vez me siento más cerca de la desolación.
Cuando la melancolía se me entremete, suelen aparecer los lamentos y yo trato de buscar alivio y condolencia en los sueños, sueños que aparecen, mueren y, ya no tengo.
Escribo porque me inspira la nostalgia y el dolor que por todos lados me sobra, porque cuando pienso me vuela la imaginación, y ya parece que me sale algún verso herido o alguna composición a punto de llorar.
La brisa se ha llevado cada sonrisa y cada suspiro de mi corazón, y únicamente ha quedado el eco de algún anhelo que se resistía a morir. Imagina que alguien pudiera contar cada lagrima que   la aflicción vierte en nuestros ojos?, seguro que en alguna otra vida, seguiríamos viendo la tristeza y sintiendo el corazón vibrar…
Mientras tanto veme tratando de hacer mucho y todo a la vez para hacerme olvidar el terrible dolor que me cuelga por dentro y que no tiene que ver con nada. Me beberé una tristeza a las seis de la mañana junto al viento que desabrocha los abrigos y enfría la cabeza recién lavada, para olvidarme (según yo) de algo que no se olvida, al contrario se vuelve caliente como una sopa sin humo.
Afuera, en la calle los caminos se atacan y siento que se me vienen encima. De veras!, sin embargo lucharé contra un dragón de siete cabezas (los días de la semana),que aparecen aunque trate de esconder mi cabeza bajo un gorro de algodón y diga que tengo dolor de cabeza, y que tengo que ir a trabajar con una mochila pequeña colgada de un hombro o en la espalda, en la que solo caben un pequeño cuaderno para mis notas, mi almuerzo y mi desgracia.
lilo

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